
Solo los Tarascos, que habían organizado su estado imperial en la región lacustre de Michoacán en el oeste de México pudieron frenar la expansión del Imperio Azteca, y de hecho fueron su peor enemigo. Su poderío se basaba en el manejo magistral que lograron del cobre y el bronce, materiales con los que confeccionaban sus armas.
Los Tarascos elevaban sus armas al cielo y a la vez al infierno en modo de sagrada súplica, antes de enfrascarse en la sangrienta batalla.
De las armas que ostentaban los Tarascos, surgen las Tepolcuauntia, o lanzas de los guerreros de tres piernas.
1 comentario:
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Dominika
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